lunes, 4 de octubre de 2010

Qué tal, mi nombre es Cronopio

Soy un cronopio, un cronopio adulto. Con ventiún primaveras y ninguna flor.
Soy un cronopio que busca trabajo.
Soy un cronopio incapaz de confiar en nadie.
Soy un cronopio equívoco.
Soy un cronopio herido.
Soy un cronopio musical.
Soy un cronopio poco deportivo.
Soy un cronopio denso.
Soy un cronopio.
Soy Cronopio y así me llamo a mi mismo.


No tengo suficientes armas como para arrancar con un nuevo blog, pero sin embargo acá estoy. Influenciado por Cortázar, lo cual no está para nada mal. Habría que leer más y dejar de hablar de más. También estaría bueno que no escribamos más y pongamos en acción nuestros botones con iris, cornea y todo eso. O ir regulando... porque tampoco estaría bueno que la gente se deje de hablar, o deje de escribir. Sería absurdo e imposible. Absurdo porque estamos en una sociedad libre y podemos expresarnos de cualquier manera. Imposible porque no podés pedirme que deje de escribir mis vuelos.
Además... ¿cómo podríamos expresarnos sin el diálogo y la escritura? Tal vez con la presencia misma... pero creo que no basta, no. Pobres aquellos que son mudos y mancos, pobre yo y la gente que les decimos "pobres". No son pobres.
Aquí estoy. No me ves, me lees, pero no podés saber si escribo de manera lineal, vertical, o si escribo en cursiva. Es Internet y toda esta mierda, no me echés la culpa a mi, yo no tengo nada que ver en que vos no puedas verme. Yo quisiera que leas mis letras una por una, pero yo no tengo ganas ahora de que leas mis palabras armadas. Es tarde... no sé para qué, pero es tarde para mi.
Tarde para mi y temprano para merendar un vaso de leche con galletitas (si las hay)
Buenas meriendas!

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